La educación debe alimentarse siempre de un vínculo indispensable con la humanidad porque la suerte de ésta dependerá de lo que se haga o se deje de hacer en el campo educativo.
La educación en general, es decir la que comienza con los padres, las madres, los abuelos, las abuelas y/o los tutores más o menos temporales. Esa misma que da paso a la educación formal, que se da justamente cuando la educación pasa a ser impartida por una institución escolar como lo puede ser, un preescolar.
Esta educación debe ser dada teniendo como base la naturaleza de los niños e niñas, es decir basada en la ternura y en la formación en ellos del concepto de la personalidad en todas sus facetas y modalidades.
Los niños y niñas deben ser educados en los valores más intrínsecos de la personalidad. El amor, el respeto, el compañerismo, la comprensión, el esfuerzo, la empatía, la consideración, la amistad y el amor a su entorno y a su país.
Cuando llegan a la escuela su educación debe está basada en el diálogo como método y en que tenga como propósito el estudio de lo humano, en la comprensión de la unidad de lo diversos, sin espacio para el amedrentamiento, una educación que sepa valorar el entorno social, familiar y el escolar, pues la escuela debería ser el segundo hogar de todos lo educandos.
Debería ser un hogar pedagógico en donde se haya desterrado para siempre el Bullying, que no exista entre estudiantes, entre profesores ni entre profesores y estudiantes. la buena convivencia la que posibilite una cultura de paz, pues esa convivencia debe ser cabal y explícita en todos los aspectos.
La escuela debería rebautizarse con el nombre de el hogar escolar o el hogar pedagógico porque para crear esa impronta que debería quedar en cada estudiante, que le permita sentirse como su propio hogar, para los estudiantes que no han tenido una familia funcional no han sentido las bondades y bendiciones de un hogar verdadero, para los estudiantes que no lo han vivido, es una gran oportunidad al menos en mucho esas carencias.
Porque en vez de llamarse maestras deberíamos llamarlas docentes madres y a los maestros docentes padres, porque hay en nuestros estudiantes una gran proporción de hijos e hijas sin la figura de los padres y/o de las madres.
El hecho concreto de darle a los estudiantes esa sensación de estar en un hogar y de sentir que tienen entre sus educadores docentes madres y docentes padres este ambiente familiar debería darle a la educación un gran impulso afectivo y un gran aliciente para poder formarlos como estudiantes sensibles, afables y humanistas porque la sociedad del presente y del futuro así lo requiere.
Con la idea de formar a los hombres y a la mujeres del futuro con una convencida formación humanista sin una habituación a la violencia, al castigo a la amonestación y a la retaliación elementos característicos de nuestras sociedades post modernas.
Una educación que aprende de la realidad en la que se inserta, así como lo plantea Peter Senke en su obra "Las escuelas que aprenden", las escuela tiene que vincularse con el entorno social y crear formas de comunicación con cada aspecto de esa realidad sin nunca desvincularla ni de cerrarles las puertas a ella.
Al contrario debe buscar esa realidad para sembrar la bases de una educación endógena que parta desde lo concreto, desde lo particular hasta lo general, la primera historia que los estudiantes deben conocer es la de su comunidad. eso permitiría una educación que conlleve a un aprendizaje significativo porque los estudiantes tendrían una base no abstracta de la realidad sino palpable.
Una vez invite al cronista de la ciudad a una escuela en la yo trabajaba como orientador, como no estaba el directivo, ni tampoco la coordinadora de actividades especiales ese día, la charla que se tenía previsto se suspendió. El cronista no quiso volver más a esa institución. Lo consideró como un desprecio. Pues muy bien se podría haber dado un recibimiento a este hacedor de cultura y de la historia local de esa comunidad.